Las señoras Carmelina Ortiz Monasterio de Molina, Rita Cámara de Vega y Gloria Longoria de Padilla, la primera madre de una hija y las dos últimas de un hijo con parálisis cerebral, se dan cuenta que al correr de los años, las fuerzas físicas de los padres de hijos con parálisis cerebral se ven minadas para poder atenderlos, por lo que visualizan la necesidad de contar con un lugar donde estos muchachos sean atendidos por personas cálidas, que les brinden las atenciones especiales que ellos requieren, así como la parte recreativa y de socialización que tanto necesitan.
Por esta razón en 1990 crean Fundación Obdulia Montes de Molina como una Asociación Civil, para dar respuesta a las necesidades de atención y desarrollo de estos jóvenes, cuyos familiares por diversos motivos no podían atenderlos.
El 11 de Mayo de 1992, se constituye formalmente ante la Junta de Asistencia Privada del D.F. adquiriendo la figura jurídica de Institución de Asistencia Privada.
La parálisis cerebral es una lesión irreversible en el sistema nervioso central que se caracteriza por la inhabilidad de controlar las funciones del sistema motor. Esto implica rigidez en los músculos, movimientos involuntarios, trastornos en la postura y con frecuencia lleva asociados problemas de lenguaje, visión, audición o aprendizaje.
MISIÓN
Proporcionar un hogar permanente o temporal a niños, jóvenes y adultos con parálisis cerebral u otros daños neurológicos, brindándoles una mejor calidad de vida y fomentándoles conductas autónomas e independientes de acuerdo a sus capacidades.
VISIÓN
Consolidarnos como una casa hogar profesionalizada, especializada y como modelo replicable en la atención a niños, jóvenes y adultos con parálisis cerebral u otros daños neurológicos, con un esquema de atención física, emocional, educativa, social, cultural y recreativa.
VALORES:
FRATERNIDAD. Fomentamos el vínculo afectivo de nuestros beneficiarios entre ellos mismos y con los colaboradores, conviviendo con armonía y respeto.
VOLUNTAD. La capacidad que nos mueve a hacer cosas de manera intencionada, por encima de las dificultades, los contratiempos y el estado de ánimo.
RESPETO. Reconocemos, apreciamos y valoramos las cualidades de cada uno de los integrantes de la institución.
HONRADEZ. Todos los integrantes de la Institución actuamos con ética, trasparencia y verdad, convirtiéndonos en el ejemplo de nuestros beneficiarios.